Por Raúl Farrán
Somos
extraños los argentinos y no tenemos remedios. Cambian las generaciones, las
mañas y los modismos, de ser y aparecer, son iguales, los mismos que en antaño.
Veo con
sorpresa que la reacción ante el resultado del partido Argentina-Irán fue muy
crítica, en el Facebook y en algunas medios de comunicación, como si hubiéramos
perdidos por escándalo y eliminados. No me quiero imaginar, si eso hubiera
pasado.
Ahora,
ganamos verdad?. Por un momento pensé que el gol de Messi, que mi televisor mostró, solo fue un sueño y en todos los otros aparatos, Hosseini y Ghoochannejhad
habían marcado de cabeza, dejando con derrota a nuestro equipo.
No jugó
bien la selección, es verdad, pero ganamos. De todas maneras, así hubiera sido un
mágico partido, para nosotros, que todos lo sabemos y que en cada alma del ser
nacional hay un técnico, le hubiéramos buscado la “quinta pata el gato”. Ya pasó
en México 86, Bilardo era un “don nadie” e ibamos al mundial con menos equipo
que Kazajistán y sin embargo, campeones. Muchos de los que estaban en contra de
la selección de Bilardo, no se convencieron nunca y solo justificaron el mérito
por la extraordinaria tarea de Diego Maradona.
Olarticoechea,
Valdano, Burruchaga, Ruggeri, Brown y el resto, eran figuras decorativas que
solo ilustraban la silueta del “Diez”. Muchos detractores no se conformaron ni
con el “diario del lunes”.
¿Es
necesario que ahora actuemos de la misma forma?. Porque tanta crítica,
descarnada y hasta violenta, si solo ganamos un partido sin convencer?. ¿Qué queremos
demostrar con este ser nacional?. Ganamos y punto. Está bien que analicemos que
no supimos abrir la defensa iraní cuando bajaban los once para defender, que
insistimos demasiado por adentro sin abrir la cancha, que los cambios llegaron
tarde o que Messi fue un fantasma del que juega en España. Pero a pensar que
caemos en octavos, que no tenemos a nadie y que Sabella es un “lacayo” de
Lionel es demasiado. Como escuchar que el actual Chile, ante Argentina, gana
5-0. ¿No es mucho?.
La verdad,
considero que como persona, miro la actualidad con un cierto grado de
optimismo, y trato de imponerlo, en mi vida, como impronta. Mas allá de las
criticas de que mi forma de ser, en varias ocasiones, no se condice con la
realidad. Pero ¿es necesario ser pesismista y llevar todo al límite?.
Estas
líneas apuntas a replantear la mirada crítica, tan nuestra y tan propia. No
solo de la selección de Sabella, sino del país. No somos lo mejor, al menos no
lo hemos demostrado aún, pero tampoco somos lo peor. No seamos enemigos de
nuestros proyectos.
Por último,
no justifiquemos “el atroz encanto de ser argentino” como publicaron hace unos
años en la Tercera
de Chile porque estaríamos avalando esa mirada nefasta de gran parte del mundo
que “la Argentina
está compuesta por millones de habitantes que quieren hundirla, pero no lo
logran”
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