Por Raúl Farrán
Está mal y así hay que manifestarlo. El famoso “baile gaucho”
que parodiaron los campeones del mundo en Berlín ante medio millón de
aficionados, nos molestó porque no correspondía. Fue un desliz de los jóvenes ganadores, que a
decir de gran parte de la prensa alemana, “de muy mal gusto y políticamente incorrecto”. Este baile obligó al titular de la Federación
Alemana de Fútbol, Wolfgang Niersbach a pedir disculpas públicas a Julio
Grondona por lo que consideró algo “sacado de contexto” que nada tiene que ver
con “ofender a los argentinos”.
Pero, a ver. ¿Estoy muy equivocado al decir que nosotros no
somos los más indicados en pedir respeto cuando los argentinos bailaron con la “columna”
de Neymar?. El “Ole, ole, ole, ole, ola,
acá tenemos la columna de Neymar” rozó
lo ordinario, vergonzoso e impiadoso
ante el dolor ajeno, como el sufrido por el crack brasileño.
Esto apunta a que los argentinos somos muy amigo de ver la
paja en el ojo ajeno y cuando nos
descubren la viga en el propio nos ofendemos. Seamos sinceros, todos,
absolutamente todos los argentinos cantamos en algún momento del mundial “Brasil
decime que se siente” , gritado hasta el hartazgo en Rio, en Belo Horizonte o
en cuanta ciudad brasilera hubo un connacional. Y nadie nos dijo nada, mas allá
de algunas escaramuzas del último día.
“No seamos mas papistas que el papa” y hablemos
de “nazis asquerosos” a los alemanes, cuando hicimos cosas similares. Es
bueno, de vez en cuando, hacer un mea culpa sobre nuestro comportamiento ante
el mundo y reconocer nuestros pecados. Somos muy especiales los argentinos y
nadie nos va sacar nuestra arrogancia de creer, en muchos casos, que somos el
ombligo del mundo.
Al menos es bueno que piensen, y nos reconozcan, que nuestro
nivel cultural y de estudio es superior al de la media latinoamericana. Eso es
importante, aunque sería mejor, que lo utilicemos también para reconocer que, pese a tener el Papa, no somos un Dios
Inmaculado. A veces tenemos manchas.
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