OPINIÓN
ESCRIBE RODRIGO BELERT
Periodista de Radio de la Paz
Primero fue la bomba de Pablo Alvarez, con explicación
oficial del Barcelona argumentando que el delantero tiene una osteopatía
dinámica de pubis cuya rehabilitación hace imposible su presencia en el mundial
y el objetivo es llegar a punto a la próxima temporada. Pocos días después,
hoy, la noticia de que tampoco puede estar otro barcelonista como Matías
Pascual, también por lesión.
La traumática
histórica relación entre el Barcelona y la selección argentina llega así a otro
difícil round en el cual queda de por medio la dificultad para el éxito
albiceleste en el mundial, la imagen de los jugadores ante su lejano público
que ya los acusa de no amar la camiseta y la presión del club más poderoso del
mundo que nuevamente impone sus condiciones sin posibilidad de negociación.
Si bien las lesiones
de ambos eran un rumor que empezaba a escucharse hace semanas, que las mismas
eran comprobables (Pablito estuvo cuarenta días parado para poder llegar a las
tres fechas finales de la OK Liga, y la lesión de Matías también empezaba a
conocerse), las preguntas que se formulan son muchas y complicadas para tener
una respuesta cierta: ¿la gravedad será real para que no puedan estar o sólo se
trata de “no arriesgarlos”?; ¿los jugadores estaban realmente interesados en
estar?; ¿podían ambos hacer “una fuercita” para convencer al Barça de que los
deje viajar?; sabiendo que ya Pablo no quiso ir al mundial pasado, ¿se puede
creer en la lesión?. Insisto en que las respuestas son difíciles de conseguir,
el resto va en las ganas que tenga cada uno de creer o no, (personalmente
siempre apuesto a la buena fe y no tengo por qué dejar de hacerlo esta vez)
pero el problema ya está creado y es grande.
Hace instantes,
Darío Giuliani contaba a Radio de la Paz su bronca por las deserciones (sin
explicitar si estaba enojado con el Barça, con los jugadores o con todos),
ratificaba que tanto Alvarez como Pascual le manifestaron en su momento la
total predisposición para estar, que Pablo le contó la semana pasada que el
plan de recuperación dispuesto por la parte médica del Barcelona era tan largo
que no llegaba ni por casualidad en condiciones al mundial, y daba la impresión
que realmente lo sorprendía la baja de Pascual.
Y es que esto
desarma realmente lo que giraba en la cabeza del técnico: un equipo base con
los tres de Barcelona (Pascual, Alvarez, Reinaldo García) más la experiencia
española y la adaptabilidad a todos los puestos de Matías Platero. Es decir, se
desarma medio equipo titular y obliga a cambiar los planes (quizás García –
Platero atrás y López – Nicolía adelante, u Ordóñez ). Las alternativas a las lesiones también
sembraron polémica: mientras desde San Juan clamaban por Emiliano Romero y
desde Mendoza por Lucas Martínez, Giuliani se inclinó por Josi García y David
Páez. Dos jugadores de innegable talento y experiencia, pero de presente
dudoso. El primero por llevar lo que va del año casi sin partidos oficiales
(jugó muy bien y ganó el argentino en Casa de Italia, pero está fuera de forma)
y David no luce en un equipo que no luce, quizás ahí esté el tema. Giuliani
apuesta que los cuarenta días que los separan del mundial serán más que
suficientes para ponerlos a punto. ¿Y por qué no Romero y Martínez?. La
respuesta estaría más por el lado de la experiencia mundialista de García y por
el respeto que infunde Páez y la polifuncionalidad para un equipo con pocos
defensores netos.
Lo que sea, aleja
todo del plan de trabajo original: a la escasa cantidad de días de trabajo
(posiblemente la más corta de la historia) compensarla con jugadores que se
conocen y entienden de todos los días. Ahora todo cambia, más que nunca
apostando a la imprevisibilidad y el talento individual, la fórmula que España
ha destruido desde el 2001 con puro juego colectivo y mecanización. Podremos?
Ojalá, lo soñamos, lo queremos, tanto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario