Han pasado 4 años de aquel inolvidable y terrible 16 de
diciembre del 2012, que mi amigo DANTE
OSCAR GOMEZ se alejaba para siempre de este mundo. Ese día, que en
principio iba a ser de alegría y de festejo por mi aniversario de casamiento,
terminó siendo de pena, de dolor, de llanto. Un día negro, como nunca lo
hubiese imaginado.
Esa persona que conocí en 1995 en Radio Sarmiento, que hacia
una central única y se destacaba por la simpatía, que era capaz de transformar
un momento tenso en un programa de humor, decidió irse sin decir adiós, sin avisar. Y
dejó atrás recuerdos únicos, anécdotas de horas y horas de transmisiones
compartidas, de momentos irrepetibles. Pero especialmente dejó un invalorable
bagaje de enseñanza para quienes tuvimos el honor de estar con él en todos
estos años. Un relato simpático, ultra particular, que lo hacía especial y
generaba en el oyente, prácticamente, una adicción. El hockey tuvo el
privilegio de contarlo como actor principal porque él eligió al hockey también.
Fue un amor mutuo que dejo buenos dividendos.
Con Dante nació y murió un estilo de radio muy suyo, muy
original. El disfrutaba hacer radio, el gozaba con todo lo que hacia. Y le
sabía dar su impronta, su sello. Fue contador de historias como nadie lo hizo
antes, fue conductor de programas
mañaneros que ganaron el Mercurio de Oro, dejando atrás productos impuestos en
radios con más nombres. Y fue el relator
estelar del hockey mundial. No habrá otro.
Siempre digo que todos los relatores de hockey, entre los
que me incluyo, fueron y son más de lo mismo. Con matices particulares algunos,
muy lejos de lo que fue Dante. Imposible de igualarlo. Aún hoy, el hockey sigue
extrañando su narración pausada, su largo grito de gol y lo mejor, esos cierres
de emociones que mezclaban frases inventadas por el, mucho más emocionante aun.
Nunca voy a olvidar, durante el mundial de San Juan 2001, un cierre de gol que me erizó la piel.
Fue a mi criterio su obra cumbre, y eso que Dante tenía varios trabajos
brillantes. Fue el día que falleció otro
genial colega, Néstor Andrés Paez, Dante lo recordó y homenajeó a su manera.
Cerró un gol argentino con el relato de Néstor. Fue tremendo.
Esas particularidades, tan lejos de la mayoría, estaban tan
cerca de el. Esos detalles son irrepetibles, se fueron con Dante.
El gordo fue un profesional único, pero lo mejor de el fue
su calidad humana. Su manera de resolver las cosas, tan lejos del escándalo, de
la discusión, de la provocación. Tal vez con una de sus frases cerraba una gran
discusión.
Para mi fue el mejor amigo que me dejó el periodismo. Fue la
mejor persona que conocí en este ambiente. Me enseñó los secretos de la central
informativa pero, especialmente, me apoyó en mis inicios de relator de futbol. “Estoy
harto del estudio, cansado del encierro, no conozco a nadie” le decía siempre
para justificar mi intención de cumplir otra faceta en las transmisiones. “Pero
te conocen a vos” me respondía simpáticamente.
Tendré que irme de este mundo sin encontrar explicación de
la muerte de mi amigo querido. Como la de mi hermano. No hay palabras que
justifiquen la partida de personas tan necesarias, útiles, tan leales al buen
proceder.
Dante no tendrá nunca un parangón, el fue único. Eligió
siempre su forma de ver las cosas y casi siempre elegía bien. Menos el último acto de su vida. Se fue sin
avisar, sin darme la posibilidad de intentar ayudarlo, de tenderle una mano. Se
fue en silencio. Un día común, una mañana cualquiera. Nos dejó heridos. Y el hockey perdió la alegría de un
inigualable relator.
Que bueno es poder poner en palabras ese dolor que sentís nada te va a devolver a tu amigo,pero el recordarlo así seguramente te da fuerzas para seguir.
ResponderEliminarAsi es amigo.
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