Cuando a mediados de mayo nos enterábamos que Pablo Álvarez,
primero, y Matias Pascual, después, no jugarían el mundial, muchos, pensaron
que el pentacampeonato o la reconquista del título se estaba alejando y
resultaría imposible. El rendimiento, que estos dos argentinos, habían mostrado
en la OK Liga era demasiado trascendental
como para prescindir de ellos en La Roche sun Yun. De todas maneras,
nadie negaba que la selección nacional llegaba a Francia con jugadores de envergadura,
dotados técnicamente, como los mejores.
Dario Giuliani, fiel a sus pensamientos, convocó a Josi Garcia
de Centro Valenciano, para reemplazar a Alvarez, y David Paez, que haría lo propio con Pascual. Y estas convocatorias generaría, en San Juan, otra polémica ante muchos “apasionados”
seguidores que pedían por Emiliano Romero, “el gran ausente”. Otro
foco de conflicto fue la, casi nula, convocatoria de defensores netos en el
plantel mundialista, teniendo a Fernando Montigel (Viareggio) y Mario Rodríguez (Follonica), por ejemplo, como los
mejores en sus puestos y con un gran año de ambos en Italia.
Evidentemente y a juzgar por los resultados, el entrenador
del seleccionado nacional tenía muy claro lo que quería hacer y hacia donde
quería llegar con las convocatorias, no giró en falso nunca y siguió con sus planes
a pesar de todo. A Josi García lo
convocó porque a su criterio, “era un gran jugador con muchos fundamentos
técnicos para estar en en el equipo y con mucha visión en ataque” dijo a CLASICO DEPORTIVO. Y a David Paez “porque
su experiencia mundialista y nombre en
el mundo del hockey, le generaban al rival un respeto enorme”. Y el “Cachi”
terminó siendo fundamental por su calidad en el juego y su personalidad. Los
dos goles en la final fueron fundamentales para Argentina.
Y un tercer conflicto para Giuliani, que se presentó en
Francia y, en su momento, generó muchas dudas, a la mayoría, menos a él. El
arquero Valentin Grimal fue cuestionado por muchos argentinos que estaban en aquel país, viviendo el mundial, y abría una incógnita gigante con relación a la
titularidad en este puesto. Y contrariamente, el Pocho Ariel Svriz, venía de
tener un gran desempeño en la portería de Banco Hispano que le daban respaldo,
ante la emergencia. Y el técnico, una vez más, no dudo nunca y lo mantuvo como
titular. Y Grimal demostró, ante España especialmente, firmeza y seguridad.
Sería injusto no mencionar en este análisis los desempeños de
todos los jugadores argentinos, algunos apareciendo en los momentos justos y
cuando el equipo más lo necesitaba. Lucas Ordoñez y sus goles, la experiencia y
el aplomo de Carlos López para conocer a los rivales como ninguno, la tremenda
categoría de Reinaldo Nalo García para subir y bajar, a demanda, Matías Platero y especialmente y , renglón aparte,
CARLOS NICOLÍA. Fue impresionante su mundial . Ante
Portugal, en ese penal que
giró y descolocó al portero lusitano con una maniobra de antología, demostró su calidad y categoría. Sin duda,
a criterio de muchos, el Messi del hockey argentino. Además su humildad y “Don”
de gente para recomendar esfuerzo, dedicación y mucho trabajo para tener éxito. Y
dedicarle esas palabras a los pibes del hockey argentino que están haciendo
escuela porque “nosotros somos ellos y ellos en el mañana serán nosotros” dijo en
esa dedicatoria.
Un logro que enaltece la categoría individual y natural de
los jugadores argentinos, todos titulares y suplentes y muy especialmente al
cuerpo técnico que dejó en claro con su “perseverancia y firmeza” que el
talento individual, que apareció en algunos partidos, gana juegos, pero el trabajo en equipo y la
inteligencia ganan campeonatos.
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